Unity, uno de los motores de videojuegos más populares, ha anunciado que quiere cobrar a los desarrolladores por cada instalación de sus juegos en lugar de cobrar por una mejor asistencia o mejoras en las herramientas. La cuota que se cobrará por cada instalación será de unos veinte céntimos. La idea base es que Unity cobre por los juegos más populares pasando ciertos umbrales, usando herramientas que detecten y reporten instalaciones.
Esta nueva política ha generado reacciones mixtas entre los desarrolladores. Algunos desarrolladores han expresado su preocupación por el impacto económico que esto podría tener en su negocio, especialmente para aquellos que no tienen un gran respaldo económico. Otros han amenazado con retirar sus juegos si se aplican los cambios.
La nueva política de Unity ha sido objeto de controversia en la comunidad de desarrolladores. Algunos argumentan que la nueva política es una forma de monetizar el éxito de los juegos, mientras que otros argumentan que la nueva política es una forma de desalentar a los desarrolladores independientes y a los pequeños estudios de desarrollo.
En resumen, la nueva política de Unity ha generado reacciones mixtas entre los desarrolladores. Mientras algunos desarrolladores están preocupados por el impacto económico que esto podría tener en su negocio, otros han amenazado con retirar sus juegos si se aplican los cambios. La controversia en torno a la nueva política refleja las tensiones entre la monetización y la accesibilidad en el mundo del desarrollo de videojuegos.